La Copa todavía no se mueve para ningún lado. Motagua y Olimpia empataron 2-2 en el primer partido de la final jugado ayer en el estadio Nacional. La ley del fútbol es sencilla: si perdonás, tu enemigo no te perdona, y eso fue lo que pasó con Motagua y Olimpia. Los albos tuvieron la “sartén por el mango”, las cosas las hizo a su antojo, pero sus delanteros se empacharon de comerse goles claves que los pusieron contra las cuerdas. El espectáculo fue brillante. Los equipos no se guardaron nada y entraron a lo que debían, como se debe hacer en una final.

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